Confesiones de una máscara

Maquinación y fabulación permiten a un jovencito superar la inquietud de ese equívoco que lo fustiga bajo el nombre de normalidad en Confesiones de una máscara de Yukio Mishima.

Con tintes autobiográficos el autor se remonta a una infancia que comparte rasgos con la suya para narrar desde la primera persona el proceso que permiten al protagonista forjar una careta desde la sospecha y luego conciencia de la diferencia, ejerciendo para ello un dominio exacerbado de si mismo construyendo el embozo de lo sentimentalmente acostumbrado.

Tímido y por tanto frágil, Koo-chan se refugia en una vehemente conciencia que bulle desde la voluptuosidad de la interioridad, para someterla mientras prueba, prevé y planea en la forma de un rol que sustituye la despreocupada existencia de camaradas y condiscípulos.

Su inclinación innata por lo trágico se sublima con la obsesión por el dolor y la muerte, recrudeciendo su tránsito por los primeros años, que le equipan y ocultan de la faz de una convención que sujeta la diferencia cuando confunde el deseo como vicio, para condenar el amor a los dominios de la imaginación. No lo dejen ir.