La guerra es siempre biológica.
La existencia y la razón contra la nada y el aturdimiento.
Una ciudad anodina y ordinaria que ve mudar el paso de las estaciones.Orán en Argelia, mitad arabe, mitad francesa.
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El recuerdo del mundo y la imposición de otro. Contemporánea en el desdén que nombran frenesí
Un tropiezo y un encuentro:
el carro de la muerte en forma de roedor.
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Morir es el acto más solitario posible y los roedores insólitamente enfermos lo hacen en grupo y en público.
«Son cosas que pasan».
Afirma la sabiduría materna, siempre eterna.
La información se reconoce pero también se oculta
Nunca considerar una cuestión no implica que la cuestión no existe y menos que sea improbable de existir.
La enfermedad recuerda la fuerza de la vida y el poder del individuo, proveedor de providencias en la supervivencia.
«Pregunta: ¿qué hacer para no perder el tiempo?
Respuesta: sentirlo en toda su lentitud.
Somos nuestro recuerdo del trauma colectivo.
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Exilio pero no Exodo, la cuarentena el período de prueba de quien resiste.
La enfermedad como el aliento de la Muerte.
Existo; en el seno del dolor: Existo; en las convulsiones del tormento: Existo: abandonado de todo y de todos: Sea como sea, existo.
Fiódor Mijáilovich Dostoyevski
Una ciudad como un organismo multicelular.
¿Detritos o despojos? Hombres vivos, curando y contando.
La labor del pensador es siempre pensar que es el opuesto de sentir
ME GUSTÓ.
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Briseida Alcalá
Detrás de mí están mis libros, detrás de mis libros estoy YO.
Busco siempre la aventura del color, el aroma y el sabor.
