Las tazas de café se enfrían cuando nadie las bebé, cuando la felicidad doméstica y cotidiana se enturbia hasta desparecer en esa modalidad de arrebatar.
Escenarios asfixiantes de la duda de los adultos en la middle age, lamentos por la fatalidad ajena en el abandono de la pareja y del ser.
Convenciones y lugares comunes convertidos en despeñaderos, historias que son como tantas otras y por eso mismo son únicas, ocurriendo en una mente que se raja como el auténtico horror de quien ya no crece.
Visos a la Dorothy Parker y una capacidad para el suspense como la de Patricia Highsmith desde el primer relato:
un marido zombificado que simplemente cambia, no hay terror más grande para una esposa.
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La conciencia del narrador con la duda como animal reptante.
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Terror, ese momento de realización al escuchar una melodía que confirma el silencio con las palabras que no se pronuncian pero se agolpan, sonidos guturales que conforman una cacofonía insoportable que se lleva la razón para sustuitirla por la intuición, otra clase de certeza, primordial y peligrosa.
El diario es también registro.
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¿Pesadillas que se confunden con la realidad o la anticipan?
Visos también de Juan Rulfo en esos otros infiernos de las casas familiares, y en el deseo que negado o satisfecho condena por clandestino.
Una mujer baila abrazada de un clavel como si fuera un palpitante corazón.
Ensueño y también embeleso, amor, una clase distinto de naufragio.
Pienso en un cuento de Asimov donde la humanidad surge y existe para asegurar la supervivencia de las plantas.
Crimen de pasión y el sueño ese mecanismo del inconsciente que señala.
no están soñando sino despertando
Amparo Dávila nació en Pinos, Zacatecas y el nombre del pueblo alude a los bosques de coníferas que fueron diezmados para darle energía a las minas.
¿Más inspiración?
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Briseida Alcalá
Detrás de mí están mis libros, detrás de mis libros estoy YO.
Busco siempre la aventura del color, el aroma y el sabor.
