Expulsión, destrucción, desalojo y  despojo. Un periodista árabe y uno israelí se unen para documentar y de ese modo denunciar y combatir la destrucción de la Tierra Sagrada que por siglos han llamado hogar.

Basel Adral abre la película en voice over mientras la noche lo cobija y conduce hasta llegar a un retén. La zona ocupada es ahora nombrada como colonizada.

Su mente vaga a las primeras filmaciones del conflicto, cuando él era un niño que trabajaba como pastor, y su padre, activista como el resto de su familia comenzaba a contar una historia que escuchada por oídos ajenos era inaceptable.

Un campo de entrenamiento militar es el título con el que se rebautiza Masafer Yatta y el bulldozer surge en el paisaje para tirar los hogares de todos esos habitantes.

Yuval Abraham es el otro director y protagonista de esta historia, un periodista israelí que cuando se le cuestiona su intervención responde que es «porque la hacen en mi nombre».

La resistencia firme pero pacífica encuentra represión violenta que aparece en cámara. Muerte inmediata o postergada, paralización y aniquilación de la esperanza.

¿Civilización por ocupación? Militarización 

El valle del Jordán, la depresión más profunda de la Tierra, nombra Cisjordania que en árabe significa «de este lado del Jordán».

Una consigna:

Luego la represión de una intervención más que los desperdiga.

La cámara es el ojo de todos.

Un globo se aleja, se extravía en el cielo.

La vida es dura cuando una persona se aferra en ocupar el lugar de otra.

Las colonias infectan, contaminan.

Uno entusiasta y el otro paciente, trabajan juntos diariamente y terminan este documental que fue seleccionada para la sección Panorama del 74.ª Festival Internacional de Cine de Berlín, y que ganó el premio a Mejor Largometraje Documental en la 97.ª edición de los Premios Óscar.

“Esta es una historia sobre poder.

Crecí escuchándola”.

BASEL ADRA

La batalla más antigua es la que enfrenta a los hermanos.

No hay otra Tierra.

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