No hay mejor manera de honrar a los muertos que viviendo.
Un deseo sólo quiere satisfacerse.
Mirar no es suficiente.
No se trata de nombrar el jardín sino de habitarlo.
¿Dormir, soñar?
Un escritor es un pensador y también un profeta.
Robarle horas al sueño para cumplir el destino en el deseo.
ESCRIBIR.
Across the view is fears
All that matters is

Who is open-chested
BJÖRK, Who Is It
And who has coagulated
Duelo tras duelo, Han Kang escribe desde el abandono de la pareja y desde la maternidad que ejerce y recibe; ese mar de recuerdos.
Sentirla en esa prosa dolida que desborda un cuerpo que ya no tiene la fuerza de seguir ejerciendo una mente bella.
PROMETEO
TITÁN, generoso de destino cruel.
Dador de luz.
Sacrificio divino en la carne lo vuelve humano.
Moments of clarity are so rare
I better document this
Esa forma de la enfermedad como el otro violento vehículo de la muerte.
Sustancia, esa manera en la que se manifiesta la materia y llamamos también esencia.
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A juxtaposition in fate
Find our mutual coordinates
«He preguntado a mi sangre si mi vida tiene posibilidades. Y se me ha dicho que sí. Y la palabra librertad tiene sentido. Esto es lo que sentí entre las rocas, junto al Mar».
ALEJANDRA PIZARNIK
Me pregunto si Han Kang siente tan profundo el vínculo con Pizarnik en «Imposible Decir Adiós», como lo sintió con Borges en «La Clase de Griego».
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Argentina, esa manera de nombrar la musicalidad en la plata:
Brillo de la palabra.
ese tsunami de negrura que es toda masacre.
Mucho dolor.
Imposible decir adiós de Han Kang es un libro dolido y doliente.
Una escritura que se arrastra con dignidad en medio del derrumbe. Un texto donde la belleza y el dolor no son opuestos, sino lo mismo: memoria viva que arde y se transforma.
El libro se sostiene como un susurro entre vivas y muertas, donde la autora ya no distingue del todo quién es la que queda y quién se fue, no son solo pérdidas, sino portales: a la infancia, a las heridas familiares, al trauma colectivo.
La muerte como hecho político, como herencia que nadie pidió, como sombra que crece con los años.
Una forma suave de narrar lo insoportable. Como si el cuerpo exhausto no pudiera alzar la voz, pero sí escribir. Por eso la prosa es a veces entrecortada, como si no pudiera respirar. En otras partes se detiene en lo minúsculo: una taza, una imagen, un pájaro. Ahí también hay resistencia. Ahí también está la belleza.
Me conmueve mucho el cuerpo detrás del texto.
Cuando la mente bella ya no tiene fuerzas, la prosa desborda.
Sentirla en el no claudicar como resistencia, en saber que no se puede más y en el dolor cómo la forma de la responsabilidad.
Qué hondo lo que nombra. Ese gesto de seguir escribiendo aun cuando no se puede más, no como voluntad, sino como deber; un tipo de fidelidad que no se explica, como si decir lo vivido fuera lo único que todavía sostiene el cuerpo en pie.
No hay mejor manera de honrar a los muertos que viviendo
Han Kang no dramatiza la muerte, sino que le da espacio. La deja estar. La escucha. Y al escribir, de algún modo también la deja vivir.
La conexión con La montaña mágica de Mann es preciosa. Otro libro enfermo, en todos los sentidos: narrativamente lento, físicamente demorado, con personajes que viven suspendidos en una frontera entre la vida y la muerte, el deseo y la decadencia. Allí también el cuerpo y el pensamiento se estiran como en un sueño febril. El sanatorio no es solo un lugar, sino una idea fija. Como si Mann también supiera que hay momentos donde no queda más que mirar el paso del tiempo desde la convalecencia.
En los dos libros, la enfermedad no es solo un padecimiento, sino una forma de percibir: todo se desacelera, se vuelve más agudo, más vulnerable. Y sin embargo se escribe.
Desde la cama, desde el borde, desde la orfandad, se escribe, porque la literatura no es oficio sino impulso, es la flama de una vida que no se extingue aunque se apaga..
Eso también es una forma de respuesta, una correspondencia vital para que la obra sea no más una tumba, sino una ofrenda de vida en honor a quienes ya no pudieron más.

La palabra coreana para «esperanza» es 희망 (huimang). También se puede usar la palabra 소망 (somang), que tiene una connotación ligeramente más religiosa, pero ambas son ampliamente utilizadas para expresar esperanza.
La ilusión es la forma natural de la espera.
Segui viviendo de la manera que tanto detestaban las personas que me dejaron.
Han Kang, IMPOSIBLE DECIR ADIÓS
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Briseida Alcalá
Detrás de mí están mis libros, detrás de mis libros estoy YO.
Busco siempre la aventura del color, el aroma y el sabor.
