Hay discos que no envejecen: solo se nos vuelven necesarios otra vez.
*(What’s the Story) Morning Glory? de Oasis es uno de esos. No importa cuántos años pasen desde 1995, ni cuántas veces hayas coreado “Don’t Look Back in Anger” sin saber muy bien si hablabas de tu ex, de tu país o de ti. Siempre regresa. Siempre raspa algo.
Esta semana lo puse de nuevo por rutina, por impulso o porque lo necesitaba sin saber. Y fue como abrir una ventana en medio de la lluvia: con ruido, con viento, con emoción. El álbum no está interesado en parecer perfecto, y eso lo hace aún más brillante. Está lleno de guitarras sucias, letras que se contradicen, coros que se alargan como si no quisieran terminar nunca. Como si estuviéramos todos ahí: en medio de algo que no entendemos del todo, pero sentimos profundamente.
Después del debut que los catapultó con Definitely Maybe, Oasis se atrevió a sonar más melódico, más vulnerable y más arrogante a la vez (sí, eso también es un talento). Liam suena como si pudiera cantar una carta de amor o una pelea callejera con la misma intensidad. Noel, mientras tanto, escribe canciones que parecen simples hasta que te das cuenta de que no puedes sacártelas de la cabeza… ni del cuerpo.
“Wonderwall” es el himno de todos los que no supimos decir lo que sentíamos a tiempo.
“Champagne Supernova” es ese cierre que parece eterno, como una madrugada sin destino.
Y “Morning Glory”, la canción, es justo eso: el vértigo de estar vivo cuando todavía estás medio dormido por dentro.
Escuchar este álbum hoy, en 2025, ya no es un acto nostálgico: es una declaración. Una forma de decir “sigo aquí”. Que aún hay espacio para el ruido, la ternura y lo torpe. Que todavía hay algo de gloria en ese caos de la vida diaria.
Una relectura emocional del icónico álbum (What’s the Story) Morning Glory? de Oasis, desde la experiencia de volver a escucharlo en 2025. Entre guitarras ruidosas y letras inolvidables, este disco sigue ofreciendo consuelo, caos y verdad.
