Bitácora sensorial | Entrada 01
El flat white que sonrió el primero de octubre
Anoche salí a celebrar el Día del Café como quien se regala un pequeño rito privado. No hubo luces cálidas ni sobremesas ajenas. Solo yo, la noche espesa de octubre y un flat white recién servido.
Fui por el vaso de edición especial de Starbucks —ese que solo aparece una vez al año y que este octubre parecía traer la sombra justa para empezar la temporada. Lo tomé como quien toma un talismán. Cargaba en el Kindle La vegetariana, de Han Kang, que me acompaña desde hace semanas como un eco callado de otras decisiones que ya no digo en voz alta.
En el interior del café, la luz era tenue y el ambiente, casi vacío, como si todo estuviera dispuesto para que esa escena quedara grabada.
Grabé un video, por instinto. Uno de esos POV que parecen no tener importancia, pero que en la repetición nocturna revelan otra cosa. En el encuadre: la espuma se curva en el centro del flat white, y por un segundo —te lo juro— parece sonreír. Afuera, el aire se sentía más frío. Octubre se insinuaba, pero todavía no llegaba.
Tomé una foto. Se ve mi Kindle, el vaso y el fondo oscuro que ahora leo como premonición: este octubre no viene suave, pero sí viene mío.
Así comienza esta bitácora: con café, oscuridad y una promesa en la espuma.
Briseida Alcalá 