Bitácora Sensorial | Entrada 02
Este año dudé entre el vaso conmemorativo rosa y uno más neutro. Me fui por el segundo. Es grande. Se siente más adecuado a cómo me habito últimamente: sin tanto adorno, pero con espacio para lo que venga.
Ya había tomado un flat white, así que tuve ese momento de no saber qué pedir. Mi cuerpo, como en automático, dijo: matcha latte helado con pumpkin foam, y sonreí. Es como mi club secreto, no tan secreto. Un código de placer y pertenencia que solo unas cuantas sabemos leer.
La mezcla es un juego inesperado: lo vegetal, lo cremoso, lo especiado. Como una versión de mí que sigue encontrando combinaciones nuevas en lo cotidiano.
Me senté con el vaso frente a mí, grande, brillante. Octubre comenzó con una elección sencilla y una promesa: dejar que el gusto guíe, incluso si es verde y dulce y lleva espuma de calabaza encima.
“Algunas elecciones no necesitan ser pensadas. Solo saboreadas.”
💭 ¿Tú también tienes una bebida secreta que dice mucho de ti?
