A los veinte me escondía los granitos con corrector del tono equivocado. A los treinta me enojaba con ellos. Pero ahora, a los cuarenta, los celebro… con una estrella en la cara.
Descubrir los pimple patches de Starface fue como abrir un portal entre el cuidado de la piel y el arte pop. Sí, tengo acné adulto. Sí, me sigue saliendo un monstruo en la barbilla cuando estoy en mis días. Pero ahora, en vez de cubrirlo o pelear con él, le pongo una estrellita amarilla y me miro al espejo como si fuera Ziggy Stardust.
Es un gesto tierno, estético, lúdico. Y también es un modo de decirle a mi piel: te veo, te cuido, y no me avergüenzas.
Hay días en que una se siente apagada, pero basta con una estrella bien puesta para recordarme que incluso mis granitos tienen derecho a un poco de brillo.
Briseida Alcalá 