«Vivimos en la oscuridad, hacemos lo que podemos, el resto es la demencia del arte».
Tengo una sola biografía y es la de los libros que he leído. Un ir y venir entre páginas y entre tomos, un pasearse por las Alamedas de la libertad que alguien confundió con los barrotes de la cárcel de su mente.
«sólo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar zapateado y hacer dibujos».
Introducir una lectura es arruinarla, es privar del placer del primer encuentro y anular la expectativa imponiendo la orientación.
La palabra sola es la guía con el ritmo del poema.
No hay otro laberinto que surcar que el de la ignorancia del tema que es cada escritor.
«Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse».
Escribir es sentarse ante la hoja en blanco y después ante la máquina de escribir, es pasar de la libreta de apuntes y saltarse la servilleta, aunque sin despreciarla jamás, pues es tan generosa que nunca falta; es abrir la aplicación de notas como enseñan los jovenes poetas y como generoso cuenta Pablo Romero; es saber que no nos roban el tiempo sino que así lo apropiamos porque Rimbaud no muere porque tú sigues vivo, y Oscar Wilde extinguió a los Dandy pero con Borges nacieron los auténticos caballeros, los del Sur; gaucho es una palabra que no se agota porque siempre alcanza.
Escribir es también rescatar la voz de las que no pudieron hablar y por eso no puedo decirte más que gracias.
«la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil, pero brutal».
Escribir es ejercitarse como enseñó ese Nobel de Perú, ese magnífico con nombre patricio.
Escribir es trabajar amorosamente un texto jamás dejando de leer, es explorar los materiales y ejercitar las manos; es estirarse y mirar por la ventana, si acaso una tiene el lujo de contar con una, es soportar las miradas de recelo de quien te dice que te pongas a hacer quehacer.
Escribir es aferrarse al tema pero sobre todo al ritmo, ese susurro divino que marea cuando no se le obedece.
Escribir es conocer el género para detestarlo y después anularlo, porque ahi no cabe más que lo publicable.
Escribir es ver mirar pasar los años uno tras otro para demostraste que no robas el fuego sino que ardes con él, y escuchar música para no convertirte en leño humano.
¿Justificar es disculpar o es excusar?
«aquí estoy en mi oscura demencia, absolutamente solo con mi baraja de naipes, y, desde luego, con el látigo que Dios me dio».
