Un otoño infinito de belleza y ruido.
El 24 de octubre de 1995 salió Mellon Collie and the Infinite Sadness, y desde entonces el mundo no volvió a sonar igual. The Smashing Pumpkins entregaron un doble álbum que no solo se escucha: se habita. Una constelación de ruido y ternura, furia y consuelo, donde cada canción parece contener una vida entera.
Desde la obertura instrumental que da título al disco hasta el adiós de Farewell and Goodnight, hay un hilo invisible que conecta lo íntimo y lo cósmico. Tonight, Tonight aún suena como una promesa lanzada al cielo. 1979 sigue siendo el eco exacto de una juventud que se repite cada vez que anochece. Y Bullet with Butterfly Wings continúa rugiendo esa frustración hermosa de no querer ser domesticado por el mundo.
Treinta años después, Mellon Collie sigue siendo un espejo para quienes entendemos que la tristeza también puede ser luminosa. Que la belleza no siempre consuela, pero acompaña. Que hay algo profundamente humano en perderse y volver a encontrarse entre guitarras distorsionadas y versos que duelen.
En este aniversario, la banda celebra con una reedición monumental: seis vinilos o cuatro CDs, grabaciones inéditas de la gira de 1996, libro de tapa dura, tarot, litografías. Un altar sonoro para los que seguimos creyendo que la melancolía también baila.
Treinta años después, Mellon Collie no envejece: madura como el otoño, cambia de tono con la luz. Es el recordatorio de que incluso en la tristeza hay algo que florece.
Gracias, “Mellon Collie”, por enseñarnos que la melancolía también puede ser infinita.
Briseida Alcalá 