Quiero que veas al mundo tal cual yo lo contemplo: como un grandioso experimento.
Raudo el pensamiento no corre porque sabe que alcanza
Escribir para Dios es aceptar el destino del ángel
Mensajero o heraldo
Iconoclasta y destructor
Seductor de la palabra
Juan José Arreola no se alza sobre el género, lo pasa de largo.
Se atribuye todas las virtudes del don.
Equilibro en una cuerda siempre tensa y nunca floja.
Es un maestro y nunca un aprendiz.
Existe sólo porque lee y sobrevive porque es leído.
«no pretendo que caigan en mis manos las razones del universo. No voy a buscar en esta hora de sombra lo que no hallaron en espacios de luz los sabios y los santos. Mi necesidad es breve y personal«.
JUAN JOSÉ ARREOLA, El silencio de Dios
