El arte de Keith Haring trasciende la mera expresión, encarnando el movimiento, el color y la protesta. Inspirada en la filosofía de Nietzsche, la obra de Haring desafía las barreras sociales y refleja las luchas de la clase trabajadora, abogando en última instancia por la individualidad y la resiliencia. Sus murales sirven tanto como expresión personal como discurso colectivo, enfatizando el poder del arte urbano.
