En El carretero de la muerte, Selma Lagerlöf traza un viaje etéreo hacia el umbral de la despedida, donde el tránsito entre la vida y la muerte se convierte en un susurro prolongado. A través de una atmósfera nocturna, cargada de melancolía y evocación, la novela narra el retorno de una joven al pueblo de sus raíces justo antes de su muerte, desplegando diálogos silenciados, secretos a medias y la paz estremecida del instante final. En esta reseña exploro cómo la lectura se volvió para mí un rito silencioso —un encuentro íntimo con la luz que se apaga— y revelo las resonancias simbólicas que laten a lo largo de la obra.
