Alejandra no es la dueña del jardín sino su habitante original.
«ella canta junto a una niña extraviada que es ella».
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Esa palabra que cae en el abismo pero aquí es precisa, aunque más justo es decir que es verdadero.
La locura es paso para la lucidez, onanismo surreal que nos muestra la experiencia poética de la mano de una mujer iluminada.
Una flor ocultando su antigua sombra nos revela a Alejandra y su capacidad de observar en el deshoje un disfraz, un encubrimiento del yo antiguo, de eso «he de morir» nos dice, y yo de cosas como saberlo.
Noche eterna o perenne la de Alejandra, noche que descubre y comparte, frutos que no dejan de derramarse, una noche que explica la Muerte pero que no es su antesala.
Es Linterna o Farola, parque, esa manera de irrumpir o interrumpir, de contemplar la infancia o atravesarla.
Lo excepcional es la hermosura que sobrevive, sonrisa, manifestación facial de la alegría. Forma que concilia el afuera con el adentro pero que también lo crea.
Relámpagos interiores que iluminan, atraviesan y martillean.
«Atravesar la infancia es una severa prueba para la razón».
La noche que Alejandra atraviesa es la de la infancia.
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La noche por la que Sor Juana también se pasea, ese momento de inconsciencia que no es feliz sino ajena.
¿Una niña muerta o una niña queriendo morirse?
«me van a morir» dice la poeta, no a matar, porque la muerte verdadera está en el olvido y no en el silencio.
Voces interiores, todas propias, las musas no siempre susurran, a veces gritan.
«Escribo de un modo diferente al que hablo, hablo de un modo diferente al que pienso y así sucesivamente hasta la más profunda oscuridad».
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—Franz Kafka
Lo femenino esa doble fuerza abierta en intersección, X, como el cromosoma.
Una boca o un pico, un trinar, libre al vuelo para el feroz descenso: «Fragmentos para dominar el silencio».
«Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas».
Un canto sempiterno se entona cada noche para volverse arrullo o alucinación.
El sueño no revela, manifiesta.
Imágenes que se multiplican: caleidoscopio
Una soledad que parece absoluta, como la singularidad de la herida primigenia pero que acompaña el nexo con otros poetas, como Octavio Paz, a quien dedica Rescate y con quien comparte el conocimiento por la otredad.
«No éste sino aquel» señala, volviendo a la flor con su color y aroma, el de la lila, también al jardín, y dedicándole en verso su amorosa y melancólica lucidez, que descubre una dirección engañosa, y también a ella con el ojo abierto para saber distinguir los artificios
«su voz corroe la distancia que se abre entre la sed y la mano que busca el vaso. Ella Canta».
Extracting the Stone of Madness: Poems 1962 – 1972 by Alejandra Pizarnik
My rating: 5 of 5 stars
A Alejandra le debo tanto, quizá todo. De ella aprendí que el paraíso es siempre un jardín que está en el fondo de un abismo y que la poesía es el intento por expresar el silencio. Este libro es hermoso, ella también y yo lo siento avanzar mientras me bebo una cerveza oscura que sabe a café, chocolate y alcohol y calabaza, o sea a otoño, y conformo una experiencia lectora, que es una de las maneras que tengo de nombrar y lograr mi felicidad.
😊📖 https://briseidaalcala.com/2024/03/13…
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Briseida Alcalá
Detrás de mí están mis libros, detrás de mis libros estoy YO.
Busco siempre la aventura del color, el aroma y el sabor.

One reply on “La extracción de la piedra de la locura”
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