Un Moby Dick de la bibliofilia, avasallante pero también hipnótico.

Poética y documentada, Irene Vallejo rastrea y escribe la historia de ese artefacto mágico, místico, divino; el libro; por el que morimos, matamos pero sobre todo vivimos. 

Vallejo una conocedora y sobre todo una promotora y divulgadora de la cultura clásica, que conoce la historia y por eso sus raíces árabes, griegas; egipcias, vuelve a demostrar su capacidad de imaginar, es decir visualizar la historia a través de las personas:

lo que sienten, lo que ven, lo que anhelan.

El punto de partida es la fabulosa biblioteca de Alejandría, faro, de la memoria, de la repetición y de la selección, explicando no sólo su orden, origen, necesidad, sino también la evolución de la palabra, del libro y más importante aún del lector.

Una vocación que reúne no a la humanidad sino

al eco que constituye su memoria, el de los libros.

La cultura helénica encontrándose con la egipcia y difundiéndose por la latina. Un largo y accidentado recorrido plagado de luchas y taras económicas y sociales.

Los escribas, los esclavos, los poetas, los libreros, los bibliotecarios, todos los artífices de la palabra necesarios para llegar a ese punto final de la cadena, el lector.

Imágenes poéticas y todavía grabadas en el imaginario colectivo como las cortezas de árbol como primer soporte de lo escrito.

El libro como vehículo de salvación, como balsa que nos permite sobrevivir el naufragio de la soledad.

Me gustó.

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