Un anciano solitario se acompaña a si mismo mientras enfrenta la realidad de su propia mortalidad en Lucky.

El protagonista, que da nombre también a le película, es un peripatético genuino que recorre a pie su pequeño pueblo para encontrar entre el andar y la conversación el vehículo para la expresión de la rumia interna de una vejez terminal. Realismo, una palabra que descubre en los crucigramas que gusta resolver, le abre el panorama de la definición de una perspectiva de vida que se ajusta bien a la ideología apropiada ante lo inevitable.

La soledad es también un tema central de la película, desarrollado con un guión inteligente que zanja la otra cara de la existencia con sensibilidad y agudeza a través de sucesos en los que lo común no es ordinario.  El viaje del protagonista se acompaña con el de personajes secundarios perfectamente dibujados que, con sus propios conflictos añaden al discurso de la cinta.

Harry Dean Staton apropia la vulnerabilidad de los últimos años a un personaje entrañable, que desde su aparente fragilidad física se apodera de cada escena para destilar diálogos cargados de genuina profundidad.

Con su opera prima, el también actor John Carroll Lynch imprime una mirada clara a un filme que lo perfila como una voz a considerar, orquestando un filme maravilloso con un final dulcísimo que pone al peor de los tiempos una buena cara.

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