Bitácora emocional de un disco que sigue sonando desde adentro
25 años de Kid A y aún no sé si lo entiendo.
Y tal vez por eso lo amo.
Porque no me exige comprenderlo,
solo sentirlo como una señal borrosa que llega igual.
No era un disco amable.
Ni fácil.
Ni siquiera fue lo que todos esperaban de Radiohead después de OK Computer.
Pero fue lo que algunas necesitábamos.
Un paisaje distorsionado donde esconderse,
un lenguaje electrónico para las emociones raras,
una voz entrecortada para quienes también nos cortábamos por dentro.
Escucharlo fue, y sigue siendo,
como meterse al agua helada de otra dimensión.
No busca acariciar: descompone, transforma, revuelve.
Y justo por eso, te limpia.
How to disappear completely sigue pareciendo
una oración secreta para quienes hemos querido desvanecernos.
Idioteque suena a ansiedad bailada.
Everything In Its Right Place no asegura que todo esté bien,
pero al menos nos dice que ahí es donde está.
Kid A no fue un refugio.
Fue un eco.
Y 25 años después, sigue llegando.
A veces como un fantasma.
A veces como una verdad.
Hay discos que no pasan. Se quedan.
Y Kid A es uno de ellos.
Briseida Alcalá 