Hay días en que el mundo se acelera aunque una no se haya terminado de despertar. Pero hoy no.
Hoy todo se detuvo frente a una rebanada de pan crujiente,
aguacate maduro y una lluvia dorada de lemon pepper cayendo lento,
como si el desayuno también supiera que merezco calma.
La textura es ritual.
Primero el pan, que suena bajo los dedos. Luego el aguacate,
que se deja untar como si acariciara la mañana.
Y al final, ese contraste: cítrico, picante,
esa nota inesperada que dice “ya estás despierta” sin gritarlo.
Lo preparé en silencio,
como si fuera música el movimiento:
miro desde arriba (plano cenital, como en mis reels),
la luz tocando los bordes del plato.
Todo en su lugar.
Todo suave, pero firme.
Como quiero que sea el día.
