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Cuarentañera Lo femenino temporada libra

La bolsa grande, parte 2

No sé en qué momento me volví esa mujer que necesita una bolsa grande.
Antes podía salir con lo mínimo, una cartera pequeña, el teléfono y las llaves. Ahora no.
Ahora llevo un libro —a veces dos—, mi libreta, una botella de agua, los audífonos, una barrita, un perfume pequeño, un bálsamo, los pendientes del día anterior y algún recibo que no quiero enfrentar todavía.

Me gusta esa sensación de que ahí dentro va mi pequeño mundo.
La bolsa grande se volvió una extensión de mí: una mezcla de refugio, caos y consuelo.
La cargo en el hombro como quien se acompaña a sí misma.

A veces me río, porque es tan de señora eso de necesitar espacio “por si acaso”. Pero también hay algo tierno en eso: saber que quiero estar preparada, no solo para lo que venga, sino para seguir siendo quien soy en medio del día.

Y sí, es grande porque ahí caben mis libros.
Y yo ya no salgo sin ellos.

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