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Cuarentañera Machine

Mis Nike V2K Run

Llevo seis meses con ellas.
Las Nike V2K Run: plateadas, rápidas, casi ruidosas en su brillo, aunque yo las use para andar despacio.

Las miro en la puerta, justo donde siempre las dejo, como si fueran dos animales pequeños esperando su siguiente salida.
La malla ya no es tan limpia; la suela tiene historias hechas polvo.
Aun así, se ven listas.
Como si entendieran mis ritmos, mis pausas, mis idas y regresos al mundo.

Me las pongo y siento ese abrazo firme en el empeine, ese “vamos” que no presiona, sólo acompaña.
Las agujetas aprietan con la memoria exacta de mis dedos:
ni flojas, ni tensas.
Justo donde estoy ahora.

Con ellas he cruzado avenidas, estacionamientos húmedos, pasillos de gimnasio donde una mirada puede cambiar todo un día.
He llegado a casa cansada, con la cabeza llena, y aun así siguen ahí—
sin juicio, sin prisa.
Solo listas para volver a empezar.

Mis V2K Run llevan mis pasos, pero también mis silencios.
La forma en que me detengo frente a un espejo.
La velocidad mínima con la que a veces busco no pensar.
El peso de mis piernas cuando el corazón está pesado.

Seis meses.
Y cada vez que me las pongo, siento que camino con la versión más honesta de mí misma:
la que avanza, aunque sea poco;
la que a veces corre sin querer;
la que regresa siempre a casa.

Estas zapatillas han visto más de mí que muchas personas.
Y aún así, me quedan perfecto.

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