No recuerdo exactamente cuándo dejé de odiar rasurarme.Solo sé que ahora lo hago en silencio, sin apuro, con la puerta cerrada y una toalla vieja en los pies.Una escena doméstica que, si me ves desde afuera, no parece nada.Pero desde dentro, es casi un poema. Mi Venus —rosada, de mango grueso, con banda lubricante que […]
