
La casa de tus sueños también puede ser la de tus pesadillas en el clásico de Tim Burton, Beetlejuice.
Sam y Diane son una joven pareja cuyo destino es suspendido luego que un accidente automovilístico alarga indefinidamente las vacaciones que habían decidido pasar en su hogar, un impresionante caserón de estilo gótico que es la piedra de toque del universo fantástico y fantasmagórico que el filme despliega.
Desde la tradición de la haunted mansion del folklore estadounidense, el director imbuye su rebosante universo interior a través de técnicas que combinan el green screen, la animación, el stop motion y efectos visuales de una craftsmanship en todo momento impresionante.
El uso ingenioso de la escala permite la integración de mundos grandes y pequeños con el dominio del modelo y la perspectiva, con la que Burton se yergue como el Supremo creador que nos devela las reglas y el aspecto de este particular after-life.
Los vivos y los muertos conviven con un tono que oscila entre el terror y la comedia descarnada. Michael Keaton ofrece una actuación espléndida como el fantasma cruel y desparpajado que forma ya parte de la memoria colectiva que aporta el cine, mientras Winona Ryder es la otra presencia elemental del filme, como una adolescente de brillante oscuridad.
El diseño de arte conjuga el imaginario de lo excéntrico y se inspira en obras del surrealismo, que se integran al resto de los aspectos formales través de un gran trabajo de edición que termina por conjugar la banda sonora de Danny Elfman en un filme que se mantiene maravilloso. No lo dejen ir.