
Motivado por una ambición descomunal, un inmigrante cubano asciende en los círculos criminales de Estados Unidos hasta forjar un imperio como capo de la droga.
Las primeras secuencias están construidas a la manera del documental con metraje de archivo de la llegada a Miami de refugiados cubanos, junto a textos que describen y sitúan el contexto.
El guión a cargo de Oliver Stone contiene una buena dosis de comentarios políticos sobre la visión estadounidense del comunismo, y sobre la situación a manera de caldo de cultivo que la delincuencia organizada representaba para muchos de los recién llegados. Ansiosos de su porción perversa del sueño americano.
Las actuaciones son sólidas, encabezadas por Al Pacino en su mejor forma, como un Tony Montana rebosante con determinación y certidumbre de que el mundo es suyo.
La banda sonora es original y propositiva, a cargo de la leyenda de la electrónica, Giorgio Moroder,quien construye un tema musical memorable , utilizado con acierto para situar el estado emocional del protagonista.
Las contradicciones del personaje serán las que lo pierdan, con el rescoldo de escrúpulo que le lleva a respetar la vida de mujeres y niños.
Por la naturaleza de la historia, la violencia juega un papel importante en el atractivo de la cinta y permite la construcción de un par de secuencias inolvidables, que alcanzan su punto más alto en la conclusión, un final desde entonces instalado en el imaginario colectivo. Recomendada.
Si les interesa está disponible en el servicio de streaming Netflix.