
Una vida no es desechable, es reutilizable en Homecoming.
La serie narra el enigma alrededor del centro de reintegración que le da nombre y que se especializa en la transición de soldados hacia la vida civil una vez que han concluido prestando servicio, enfocándose en la relación que se establece entre Heidi Bergman, la encargada del centro y Walter Cruz, uno de los clientes.
La línea temporal se divide y bifurca entre el pasado y presente, que investiga lo que ahí sucedió y que nadie conoce o admite.
El guión se centra en el diálogo a través de la conversación y cobra vida con actuaciones estupendas que ofrecen un contraste entre la relación, íntima y empática entre Walter y Heidi, y la de esta última con Colin (Bobby Cannavale), su jefe, que enfatiza la pantalla dividida. La música añade a la sensación de anestesia, y antisepsia de un suspense en controlado crescendo y la utilización de planos cenitales expande la sensación de observación y control.
La narrativa se distingue con otro juego de opuestos, al presentar los recuerdos de Heid con un aspecto de radio 1:1, simbolizando su percepción parcial, punto de vista limitado, como lo que sucede a un caballo, que sin visión periferica. El final de cada episodio ofrece otra particularidad estílistica, la persistencia de una imagen que parece no ofrecer nada, como esos momentos incómodos en los que estamos solos ante nuestro propio extravío ante la existencia. No la dejen ir.