Tres mundos cimbrados por un mismo dolor en Restos de Viento de Jimena Montemayor.
La historia transcurre alrededor del cisma que una ausencia representa para el núcleo familiar de una madre y sus dos hijos, quienes ante la falta del padre se refugian en la depresión, la ira y la imaginación. Para expresarlos, la directora se vale del lenguaje cinematográfico colocando la cámara a la altura de los niños, y también de un recurso muy particular que por su edad es natural sólo en Daniel.
Sus caminos se entrecruzan pero no convergen mientras cada uno indaga y explora su propia pena. Ana, la hija mayor en las responsabilidades súbitas de un crecer a fuerzas y Daniel, el pequeño en la encarnación de todo lo que los demás no dejan ir.
La contención de las actuaciones y la mesura de los diálogos sienta el tono que refleja el aislamiento en el que el duelo nos deja. Desde las sutilezas se expresa la pena que los afecta a todos pero consume sólo a Carmen, la madre, quien yace aniquilada incapaz de levantar la mirada para percibir algo más que su propio dolor.
El tiempo pasa lento e inexorable, ofreciendo en el arrojo de la candidez la oportunidad de reconectarse y reagruparse, pidiendo sólo a cambio remover los velos que cubren la ausencia.
Si les interesa se encuentra en cartelera y también está disponible en el servicio de Prime Video. No la dejen ir.
Una respuesta a «Restos de viento»
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