En un país imaginario, que bien pudiera ser cualquiera, al sonar la última de las campanadas que anuncian el fin del año o el inicio, según se vea, la gente deja de morir. Los habitantes de ese país tendrán entonces que enfrentar una vida que ha perdido la única de sus certezas, el fin. Esta es la premisa de las intermitencias de la muerte obra de José Saramago, en la que el escritor portugués vuelve a utilizar su asombrosa imaginación para deconstruir el más grande de los misterios de la existencia: la muerte
Dividido en dos episodios, el primero se dedica a narrar las reacciones de la sociedad, el gobierno, la iglesia, los académicos; mientras que en la segunda, de mayor brevedad, está dedicado enteramente al personaje de la muerte, la parca, “the grim reaper”. El libro pareciera entonces dos libros, al utilizar la narrativa contemporánea y después introducirse un poco más en la clásica.
Además de por la premisa, el libro destaca por su estilo que se olvida de las convenciones gramaticales descartando el uso convencional de la coma o el punto. El desarrollo es bastante interesante y cuenta con un par de episodios cuasi sublimes, como el del encuentro entre el espíritu que pairaba sobre las aguas del acuario y el aprendiz de filósofo.
Sin ser el mejor de los libros de Saramago, que bien pudiera ser Ensayo sobre la ceguera, sí se trata de uno excelente. No lo dejen ir.