Un instante de dicha plena no tiene cabida en el absurdo construido por siglos de civilización en Bliss de Katherine Mansfield.
En medio del apremio de ser la anfitriona de una dinner party, Bertha, la protagonista, se ve envuelta por una oleada eufórica que no encuentra manera de expresar, ni en el bienestar doméstico de una vida holgada, en el abrazo de su hija, la contemplación de un espléndido peral o la presencia de su marido.
El cuento resalta desde el primer momento por su retrato de la inexplicable combustión espontánea experimentada por Bertha, seducida por la intimidad de un ser que, aunque admirable y hasta apetecible, raramente resulta deseable.
La autora logra a través de sus inquietudes retratar la complicidad femenina, que para algunos raya en el homoerotismo, con el telón de fondo de charlas vacuas y ajenas un fuego interior que nada apaga ni aviva. No lo dejen ir.