Paradisiaco y agreste el paisaje es el lienzo que captura la estampa de un conflicto actual con un trasfondo ancestral. Los lazos entre animales y humanos son parte importante de la trama que con una fotografía deslumbrante y un montaje magistral logran insertar al espectador en sus historias particulares, con las tragedias y los apuros cotidianos que hilan una narración cautivadora.
La belleza y el mérito de su labor destaca más con el antagónico que encuentra en unos vecinos recién llegados. Opuesta pero no mal intencionada, con la prisa que implica en una familia numerosa la sobrepoblación y la supervivencia.
Filmado en el espacio temporal entre dos primaveras, el documental plantea y explora la tesis en una sucesión de acontecimientos que no es difícil prevenir para plantear verdades evidentes que se eluden a veces por ambición, otras por presión, algunas más por necesidad. Recordando el valor de ese pacto implícito entre dar y recibir. No la dejen ir.