“Tu madre te trae al mundo; te lleva primero dentro de su cuerpo mismo. ¿Qué es lo que sabemos acerca de sus sentimientos? Pero, sea lo que sea, lo que ella siente es, por lo menos, algo verdadero. Tiene que serlo.”
– James Joyce
Sylvia Plath aborda en Tres Mujeres la maternidad desde un punto de vista inédito, oculto, tabú. Prácticamente de la poesía confesional, la autora no teme abrir la grieta que ha de revelar la herida primigenia, a riesgo de resquebrajarse. Poseedora de una súbita claridad no sólo sobre el ser que lleva dentro, sino de si misma, de las que son como ellas, de la maternidad, del amor, del mundo.
Las palabras flotan y nos envuelven, la cadencia es irresistible, pero sobre todo la franqueza, que lo vuelve extraordinario, el estupor ante la criatura, ante la creación, el cambio operado a nivel físico, pero sobre todo emocional.
Estructurado a tres voces, la autora nos sitúa en el contexto de un hospital de maternidad, ahí prevalecen las batas blancas, la timidez de Luna, la soledad y el asombro unido a la extrañeza.
Pensado para recitarse, como la poesía clásica, el poema cobra vida cuando se le da voz, es entonces más palpable la mezcla de emociones volcada en los versos. Se trata de un poema magnífico, pero también de uno valiente y hasta necesario.
La edición de Nórdica le hace justicia, presentándolo en edición bilingüe, lo cual siempre se agradece, y con las ilustraciones de Anuska Allepuez que lo complementan, volviéndolo una publicación digna de ser coleccionada.
No lo dejen ir.