Poseedora de un “magnetismo animal”, Marilyn Monroe protagoniza junto a Jane Rusell un estupendo musical que no sólo entretiene y divierte sino que además retrata dos enfoques muy particulares de la feminidad.
La trama es banal y poco importante, un simple pretexto para el lucimiento de los vistosos números musicales, aunque ofrece también en algunos de sus diálogos un interesante acercamiento al estereotipo de la mujer tonta e interesada que representa soberbiamente Marilyn Monroe; la actriz irradia a cada instante carisma, brindando una interpretación plagada de sutilezas, que incluyen la postura y el dominio del rostro en cada gesto, la tenue sonrisa y el guiño.
A diferencia de otros de sus co-protagonistas, hombres y mujeres, Jane Russell no se opone al carisma de Marilyn, sino que lo complementa, sin intentar estar detrás o adelante, se sitúa justo a su lado. La interacción entre ambas ofrece además otros de los méritos de la película, como dos chicas que en apariencia no podrían ser más distintas, sin dejar que esto les impida mantenerse leales.
El vestuario a cargo de William Travilla esestupendo, al igual que el diseño de arte, que alcanza su punto más alto en el número final, Diamonds Are a Girl’s Best Friend, insertado ya en el imaginario colectivo y referenciado hasta la saciedad. Recomendada.
Briseida Alcalá 