Alejandra Pizarnik conoce lo primordial, como un puente entre lo etéreo y lo eterno, conectando al poeta, al poema y al lector en un diálogo profundo. Su obra explora temas de soledad y muerte. Su escritura refleja un constante retorno a la vida y a la angustia por la memoria del silencio.
Su legado perdura a través de un canto inmortal.
