
Luego de una vida de ejercicio y autoadiestramiento, Truman Capote se aboca en Música para camaleones al que considera el ciclo definitivo de su labor creativa, balance entre arte y vida.
Anécdotas, encuentros, charlas y vivencias le proporcionan el material para consumar un cruce de géneros y técnicas que aspiran amalgamar la objetividad del periodismo con la hondura de la literatura.
Situado en la parte central del relato, Capote se constituye en observador primordial, quien no relata lo que ve y oye sino cómo lo hace, logrando apropiarse de lo cierto para transformarlo en verdadero.
Relatos, una novela corta, conversaciones y retratos conforman el libro, impregnado en sus mejores momentos con la cualidad más entrañable del autor, esa candidez que en parte es responsable de su anhelo por lo auténtico.