La codicia será la perdición de dos jóvenes hombres y su familia en Ugetsu Monogatari, fábula espectral de Kenji Mizoguchi.
El filme narra lo acontecido luego de Genjurô, un ambicioso ceramista, cargue su carreta de género y parta buscando riquezas. Lo seguirá Tobei, un tonto soñador empeñado en la fortuna que asocia a conseguir su deseo de convertirse en samurái.
Situado en una “época de guerras. Durante la primavera de un año ya lejano”, los peligrosos de un período así son considerables y durante el largo planteamiento advertidos y sufridos. Planos generales y medios dominan la puesta a cuadro, en la que Mizoguchi logra composiciones que consiguen una espléndida sensación de tridimensionalidad en la fotografía, no rebozando sino resaltando la plenitud de la vida.
Luego de una primera parte realista, el halo fantasmagórico se cuela en la historia a partir de una secuencia particularmente lograda que retrata un viaje a bordo de una barca rodeada por la misma bruma que oculta todo destino, ofreciendo éste su primera advertencia en la exhortación de un moribundo. La aparición del personaje fundamental de la historia, Lady Wasaka será el segundo presagio, mostrado en un close up escalofriante de su faz sardónica.
El tono fantasmagórico del relato se acentúa tan sólo cruzar el umbral de su residencia, significando la entrada a la opacidad con las tres sombras proyectadas sobre el herbazal y el estado ruinoso de la propiedad en general. El guión se sirve de este modo del folklore japonés para representar la dualidad de realidad y fantasía.
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