Jean-Michel Frodon reúne sus Conversaciones con Woody Allen en un libro interesante, ilustrativo y entretenido.
Maestro del cine por derecho propio, Allen es tan fructífero como significativo; poseedor de un estilo inconfundible que se deja ver en una vasta filmografía con las que aborda inquietudes temáticas y formales.
Sin tapujos, poses y pretensiones el director se muestra generoso en la interrogación de todos los aspectos formales de su obra, desde su decisión de filmar una película por año, su trabajo con los actores y su perenne romance con su ciudad natal.
Mordaz y hasta cínico, posee la rara capacidad del auto-discernimiento, que ejerce con un pragmatismo al que en parte se debe una capacidad inagotable para producir películas, muchas de las cuales también protagoniza; condición esta última que lo vuelve alguien conocido, casi familiar para el espectador.
El lector lo descubrirá aquí lúcido, seguro y de rápida inteligencia, con además, una inesperada dosis de modestia, diestro en el dominio de su oficio, los avatares de su obra y hasta de si mismo, con reflexiones pertinentes y necesarias en el acercamiento y total comprensión de una obra que lo confirma como maestro del cine, uno de los pocos que además es divertido. No lo dejen ir.
Briseida Alcalá 