Arthur Schopenhauer ofrece sus consideraciones acerca de los tres temas fundamentales en la vida de todo hombre: el amor, las mujeres y la muerte.
Impulsado por una aproximación filosófica a un tema largamente monopolizado por los poetas, el eterno pesimista, contempla al amor como un asunto de capital importancia, pero desvía su atención del individuo para transportarla a la colectividad, concibiendo el apego como una elaborada e infalible estratagema de esa pérfida madre, la naturaleza, y su voluntad implacable de asegurarse los mejores y más bellos hijos. Así, escuchando a nuestros instintos, obedecemos al llamado inmemorial que será además la única ocasión que tendremos para alcanzar la eternidad.
Del tema de las mujeres se ocupa con mayor brevedad y menor lucidez, señalando unas virtudes que enseguida empequeñece para reducir su importancia y razón fundamental como receptáculo de la gestación, concepción inconsecuente con su noción de la naturaleza omnipotente que en este particular aspecto “al separar la especie humana en dos categorías, no ha hecho iguales las partes”.
Pero la luz de la razón vuelve a brillar en el último de los ensayos, donde se ocupa del musageta de la filosofía con una postura similar a la tomada al discernir el amor, se ocupa de la muerte como su contraparte, diseñada por esa naturaleza omnisciente que como especie nos perpetua pero como individuos nos aniquila.
Interesante y contundente, la lectura de los tres ensayos arroja una visión por demás estimable para acercarnos a la comprensión definitiva de las que debieran mantenerse como nuestras ocupaciones primordiales. No lo dejen ir.