
Koreeda cuestiona la esencia y fortaleza de los vínculos familiares con Manbiki kazoku, su laureado nuevo filme.
Una niña pequeña es rescatada por una familia de ladrones de poca monta, del abuso y negligencia a la que la someten sus padres. Desde la orfandad virtual, Yuri, la niña, será el sexto miembro de una familia que se relaciona de maneras indebidas con el dinero, pero genuinas con el sentimiento.
Filmada en su mayoría desde el hacinamiento en el que los personajes conviven y con el clima como alegoría que marca el paso del tiempo; la intimidad se construye de manera genuina, en la burbuja que nos procuramos para protegernos del mundo y su tiranía.
El ritmo sosegado permite que se descubran y se develen los particulares misterios en un trabajo de ensamble espléndido que conforma y consolida los lazos durante las dos primeras partes del filme. Las vueltas de tuerca son numerosas y se presenten con una sutileza magistral que no las priva del impacto emocional.
El tratamiento permite al director confrontar al espectador con el curioso símil que los presenta como damage goods, convirtiendo el rechazo en origen y vínculo cada uno de los miembros del clan, con la ambigüedad moral de quien ama y cuida sin el derecho que brinda el parentesco. No la dejen ir.