Julio Cortázar es uno de los más extraordinarios cuentistas del siglo XX, las pruebas son numerosas y dos de ellas, el Perseguidor y las Babas del Diablo están reunidas en Las Armas Secretas.
Conformado por cinco relatos el libro es una prueba de la versatilidad del escritor argentino y también de su capacidad de juego, de escultor de una maleable realidad.
Narrados todos en primera persona, Cortázar se cubre con la piel de un diseñador, una mucama, un fotógrafo, un periodista y hasta un violador.
Cartas de Mamá, el cuento con el que abre el libro, roza el horror al presentar el macabro triángulo amoroso entre una mujer y dos hermanos, uno de ellos muerto de tifo. El fantasma del remordimiento ronda como buitre, alimentándose de su felicidad, convirtiéndola primero en carroña.
Asombra, de una buena manera, lo rudimentario de una narrativa como la de Los Buenos Servicios, y también de la facilidad de Cortázar para asumir la voz femenina y con un personaje tan ordinario divertir y señalar apariencias e hipocresías.
Las babas del diablo, célebre por inspirar el guión de Blow-up de Antonioni, tiene el mérito de fragmentar la realidad a través de la lente, alternando el enfoque de un aspecto de la experiencia a otro, proponiendo así nuevas formas de construir un relato.
Punto aparte el Perseguidor, el mejor, en mi opinión de todos sus cuentos, cuya reseña pueden leer aquí.
El libro cierra con el cuento que le da nombre y que retrata el proceso mental/emocional de un hombre obsesionado con consumar su relación con su joven novia. La conmoción se develará en el final, cuando caiga la máscara del azar y el absurdo, revelando el bien trazado plan de la causalidad. No lo dejen ir.
Una respuesta a «Las armas secretas»
[…] en las Babas del Diablo de Cortázar, Antonioni construye un filme sobre la cámara como mecanismo de aprehensión de […]
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