
Marco Polo refiere al emperador Kublai Kan su paso por urbes antiguas, con relatos que conminan la esencia de lo infinito en Las ciudades invisibles de Italo Calvino.
El libro se organiza en breves capítulos alrededor de los relatos que el mercader veneciano compone para el emperador mongol, compaginados y divididos con el diálogo elevado entre ambos, donde la fantasía es la vía de alcance de la metafísica.
Los pasajes se tejen con la suntuosidad del lenguaje que conforma también una disertación del espejo, la memoria y el tiempo. El estilo, intachable e hipnótico convierte la lectura en un flujo continuo que sosiega y agota.
El viajero por antonomasia relata lo que distingue a cada ciudad, que curiosamente es lo que la hace la misma, a través de historias que se conforman como pequeños cuentos que encierran y colman su tema, para ofrecer en el aspecto particular de cada ciudad el mismo que disimula o determina al hombre y su existencia.
Visos de las mil y una noches trasladan al lector a parajes remotos en los que la invención es a la manera de Borges, otra manera de expresar la erudición con las que autor y narrador rememora, sueña. imagina. No lo dejen ir.