Oscar Wilde encuentra el humor en el horror con un extraordinario cuento que evidencia la brecha ideológica entre estadounidenses y británicos, mientras con una entrañable conclusión devela cómo la muerte puede ser sólo vencida por el amor.
El fantasma del titulo es Simón de Canterville, quien desde hace 300 años ronda la propiedad de sus ancestros condenado a purgar el remordimiento perenne de haber asesinado en ese mismo lugar a su esposa.
El relato comienza con la adquisición de Canterville-Chas por parte del ministro de los Estados Unidos, quien decide además mudar a su familia a la infame finca, desoyendo las advertencias de una transacción que le consigue además al espectro cuyas apariciones marcaron siempre el inminente deceso de alguno de los antiguos dueños.
El contraste entre la flema británica y el pragmátismo estadounidense brindan numerosos momentos de comedia cuando el gusto del espectro por lo teatral encuentra el menos receptivo de los públicos o audiencias ante los recién llegados.
Ordinarios y prácticos, cinco de los seis miembros de la familia carecen la sensibilidad necesaria para impresionarse por sus disfraces, alaridos, estratagemas y artificios, con la excepción de Virginia, la única hija y alma sensible de la familia.
Será ella la responsable de establecer contacto con el espectro y su pureza de corazón la encargada de explorar el estrato más profundo del relato y la existencia: “el amor es más fuerte que la muerte”.
Si les interesa, pueden leerlo en línea aquí. No lo dejen ir.
Briseida Alcalá 