Con elenco soberbio se ejecuta un Whodunit en torno del abuso, la insatisfacción, la maternidad y la dependencia.
La serie se sitúa en la comunidad de Monterrey, hogar de un grupo de mujeres que parecen tenerlo todo: relaciones exitosas, bellos hijos, una vida cómoda y una casa junto al mar; y a la que llega una joven madre soltera con la cicatriz de una tragedia.
El cast es el primer y mayor atractivo del filme, más aún por su capacidad de trabajar como ensamble y de explorar los distintos matices de la feminidad. Nicole Kidman es la bella Celeste, una mujer consumida por sus filias; Reese Witherspoon, es la chispeante y combativa Madeline; Zoë Kravitz es Bonnie, la madre holística, espíritu libre y cuota de etnicidad requerida y apenas tolerada, Laura Dern es Renata, la despiadada mujer de carrera que sólo se derrite ante la fragilidad de su propia hija y Shailene Woodley es Jane, la recién llegada que carga con el oscuro secreto que desarrolla y detona el resto de los acontecimientos.
Los 7 episodios de su primera temporada están bien construidos y delimitados para presentar y desarrollar los personajes alrededor de un enigma que utiliza el recurso del racconto, sabemos el qué y el dónde, pero no el cómo, el quién, el por qué.
En un tono de thriller se inserta la farsa de cada una de las formas con que la apariencia sustituye a la felicidad. Los artificios de esta elite se logran gracias al cast y a la dirección de Jean-Marc Vallée, quien a través de flash-backs representa y reproduce las marcas de un episodio traumático, y que en el guión, que adapta el libro de Liane Moriarty, encuentra maneras para desarrollar manifestaciones, sutiles y brutales del abuso doméstico. No la dejen ir.