Emir Kusturica expone magistralmente el ocaso yugoslavo con una historia ficticia sobre una herida real.
Narrada en tres actos, la película sigue los hechos acontecidos en el país eslavo a partir de la invasión alemana, con la Gran Guerra como el punto de partida de una fractura que la segregará hasta la desaparición.
Los personajes, todos entrañables, son sacudidos en medio de una vida disipada y despreocupada en una ciudad que bulle con actividad y vida antes de caerse a pedazos. Un amplio planteamiento permite conocerlos a través de sus conflictos personales alrededor del drama nacional.
Metraje de archivo dota de veracidad a la cinta, permitiendo además numerosos momentos de humor con su reinterpretación de la historia. Odiosos y encantadores por igual, Marko y Blacky, los protagonistas, transitan una amistad y rivalidad por una mujer, un triángulo amoroso que llevará al primero a justificar el título de la película.
El tono fantástico, transita con naturalidad desde la disparatada comedia hasta el desgarrador drama para abarcar los distintos aristas de una de las mayores desgracias de la historia reciente. El uso de la música es soberbio y desde la primera secuencia acompaña a los personajes para quedar impregnada en la mente del espectador, junto a la desgracia acontecida a un país que forzado a la omisión, no se olvida. No la dejen ir.
Briseida Alcalá 