El enigma de la vida es también el enigma de la muerte y Marguerite Yourcenar lo afronta con el análisis de la conjunción creadora entre obra y vida en Mishima o la visión del vacío.
Novelista, ensayista, poeta, actor y crítico, Mishima es interpretado como creador absoluto, con un acto final que añade y ratifica la suma de cálculos deliberados que además culmina.
La brecha, casi siempre insalvable entre Oriente y Occidente se acepta y se replica desde el cisma forjador de la existencia del autor nipón: la modernización del Japón y la crónica, prudente pero decidida, se ofrece desde el conocimiento y el entusiasmo de la manifestación correspondiente y por tanto indistinta de volúmenes y biografía.
Breve pero sustancial, no sorprende la prudencia con que se desarrolla el ensayo, que cautiva de a poco con su persistencia de erudición y entusiasmo, estableciendo y manteniendo el suspense de un racconto colocado no en el cómo sino en el por qué. No lo dejen ir.