Gloria

A ritmo de balada pop, un grupo de adultos mayores baila en parejas en una anticuada discoteca. Al fondo del encuadre, la cámara nos acerca a Gloria, quien solitaria, parece ser la única que no se divierte. Para sumar a la soledad a su casa no deja de llegar, sin ser invitado, un gato.

¿Hay vida después de los 60?  ¿Después de los hijos, los nietos, el divorcio y el desamor? Sebastián Leilo, el director,parece intentar darle respuesta con su película a esta pregunta.

Heroina atípica, Gloria no sólo es mayor, es discretamente atractiva y engañosa al parecer una del montón, detrás de sus anticuadas gafas oculta una sexualidad desbordante, un apetito enorme por vivir; encarnada sin tapujos por una Paulina García que demuestra que el talento histriónica no conoce de edades, lo que ya le valió ser comparada con Meryl Streep y un Oso de plata en Berlín.

Rodolfo (Sergio Hernández), el hombre con el que empieza un romance, representa en cambio, el miedo a vivir, la cobardía encerrada en los años y las obligaciones. Alrededor de ellos, la situación social de un país tan dolido como Chile.

La película habla de más cosas que de la perenne búsqueda del amor, de la precaria dicha y los tropiezos que conlleva, nos recuerda o nos presenta que la vida no se acaba hasta que se acaba, al menos para los que como Gloria, así lo han decidido. No la dejen ir.