Tarkovsky reflexiona en Esculpir el tiempo sobre el cine en un esfuerzo por ampliar los lazos que comunican al artista con su obra y con su público. Para hacerlo se adentra en su propia filmografía, una obra que se aleja siempre de la convención en su intención de reflejar el mundo interior.
Generoso y honesto, Tarkovsky explora y desembrolla las particularidades de un oficio que en pocos autores alcanza el nivel poético, proveendo otra réplica a una filmografía que resultaba por su naturaleza tan cautivadora como enigmática.
El título del libro alude a la noción más importante del libro, la materia prima del filme, con su capacidad singular y original de capturar el instante, para luego hilarlo y reproducirlo. No lo dejen ir.