Gisaengchung

Una familia desempleada encuentra su propia mina de oro en los posiciones que obtienen sirviendo en el hogar de una familia acaudalada.

Ingeniosos y habilidosos los Ki comienzan una infestación que alude al título para penetrar la existencia de cada uno de los habitantes de la familia Park.

Desde el subsuelo que habitan reptan con control y artificio hasta los niveles altos del escalafón social y el estrato de la ciudad con un elaborado plan que les cosecha una cadena de éxitos inusitados. La mesa está puesta y el banquete se antoja suculento e inagotable.

Así, la primera parte se inscribe en la tradición de las más ingeniosas estafas, mientras gradualmente se retuerce con la primera de varias vueltas de tuerca que arremete a los personajes.

Cajas de chinas labertínticas conforman un guión impredecible y emocionante que a través de la cinematografía logra cambios en género, ritmo y tono conformando un amasijo argumental que incomoda, divierte y sorprende al espectador.

Las actuaciones consiguen un notable trabajo de ensamble en los Ki con camaradería y reconocimiento entre sus miembros, mientras los Park se mueven desperdigados en el aspecto opuesto del espectro.

La residencia es un personaje más, con su apertura aparente, que protege y aísla del mundo interior, escondiendo en lo más recóndito su propio temor de los peligros que no evade, sólo encierra.

La cámara los habita para redescubrirlos. El conflicto de clase se aborda primero con superficialidad y hasta humor, para internarse de a poco hasta volverlo completamente descarnado al encontrarse con la porción metafísica y existencialista de la cinta.

Los códigos que el espectador conoce de memoria como las reglas tácitas de cierto juego se amontonan para descomponerse y combinarse de maneras inesperadas, configurando una trama polisémica en que los roles se desdibujan para que los personajes los transiten a través de una ingenuidad que les brinda seguridad en sus capacidades o posesiones, certezas que se descomponen para reinterpretarse en el cruce de realidades que ofrece en los momentos de mayor claridad la existencia. No la dejen ir. De lo mejor del año.