Una joven de 19 años descubre en una atractiva mujer mayor, la respuesta a todas sus preguntas en The Price of Salt de Patricia Highshmith.
La trama se desarrolla con calma trazando la existencia de Therese, la protagonista, quien navega la confusión propia de su edad con una mezcla de aislamiento e indolencia.
El dominio de la autora del suspense se manifiesta aquí con el tiempo que se toma para tejer los hilos alrededor de las dos mujeres, que se acercan sin abandonar el territorio de lo ambiguo. Por las convenciones propias de la época el suyo es un amor prohibido, uno que las sofoca y reduce de distinta manera, con la figura del cristal repetida para significar quien observa su vida en lugar de vivirla.
La sensualidad es notoria en el tratamiento, pero más que ello la sensación de descubrimiento personal que rezuma el despertar sexual. Therese retoña gracias a Carol, al deseo profundo que experimenta por ella, con el embeleso absoluto que padece y disfruta todo aquél sobre quien se cierne avasalladora la belleza, expresado además en logradas figuras de las cartas que escribe pero nunca envía; y en la manera en que todo el tiempo la nombra, a la manera de una invocación íntima y secreta. Carol, Carol, parece que al pronunciar su nombre la conjura como el mantra que la guiará en esta pesadilla que es la vida.
Parte idilio, parte persecución y parte viaje en carretera, la novela se sostiene con la fuerza que la autora le imprime a su unión, del que se extrae la certeza y el coraje en los que se reconoce cualquiera que se ha mirado en el espejo del verdadero amor. No la dejen ir.
Briseida Alcalá 