Hegel concluye las lecciones de estética con su análisis del arte que mejor expresa el espíritu humano: la poesía.
El filósofo comienza por distinguirla de las otras artes, de las que se separa por el medio físico que representan, y del que es el paso superior y último por ser capaz de englobarles.
Culto y lógico, su análisis de las bellas artes conforma un escalón en la comprensión comprehensión de la realidad espiritual de la existencia, el mundo interior que comparte con la música, y complementa el texto para significar la idea.
La cuestión, una de las más elusivas para aficionados, practicantes o especialistas se aborda de manera ordenada, desde el objeto mismo que es el origen y justificación. La poesía es entonces el arte que expresa la hondura de la existencia, y por eso su materia no es otra que la palabra.
Épica, lírica y drama son momentos y también géneros que corresponden a la historia de los hombres y de los pueblos, acordes y pertinentes a los momentos del desarrollo de cada civilización.
La épica se aboca al espíritu nacional, la lírica al individual y el drama a conjugarlos y equilibrarlos.
Sin olvidarse de lo material, expresa lo intangible de la realidad a través de las palabras, creando imágenes y obedeciendo, pausas, acentos y ritmos. Penetra la esencia de las cosas en una totalidad que anima y encadena los componentes que rebosa la vida. La realidad de las cosas que sólo puede vislumbrarse al capturar su esencia. No la dejen ir.