Pacifista, visionario, genio, Albert Einstein revolucionó la física con su teoría de la relatividad. Una aportación tan notable que lo convirtió en uno de los raros ejemplos de la historia reciente de un hombre admirado por sus contribuciones en el campo de la ciencia. Mi visión del mundo recopila los textos que escribió sobre religión, política, pacifismo, problemas judíos y estudios científicos; acercándonos al conocimiento y comprensión de una de las biografías fundamentales del siglo XX.
Protagonista de un momento histórico determinante, Einstein fue opositor del servicio militar obligatorio y de cualquier clase de militarismo. Abordando en cartas y conferencias la responsabilidad de los hombres de ciencia en la construcción de instrumentos militares de destrucción masiva.
Discreto y humilde, a menudo restaba valor a sus propias contribuciones y estaba tan preocupado por el avance de la ciencia como por la consolidación de la paz. Abogó por la libertad individual y el valor de la comunidad internacional, convencido de la responsabilidad social, consciente también de la contradicción de ser un declarado solitario.
Sus estudios científicos que dominan la tercera parte del libro, podrían parecer inaccesibles a lectores fuera de la comunidad científica, y en gran parte lo son, pero ofrecen observaciones invaluables, como su postura filosófica de reconciliación entre experiencia y razón.
Espiritual y optimista, Einstein consideraba insuficientes las divinidades antropomórficas y proponía como alternativa una religiosidad “cósmica”, alejada del temor y la moralidad, considerándola incluso el impulso más elevado de la investigación científica. Contemplaba de este modo con esperanza el futuro, convencido de la importancia de la libertad, la bondad, la belleza y la verdad. No lo dejen ir.