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Conducta

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Con el aleteo de una paloma inicia Conducta, cinta del director cubano Ernesto Daranas. La cámara imita el vuelo del ave y nos muestra una Habana que apenas amanece, entre cálidos tonos, naranjas y  amarillos. Ahí, se encuentra Chala, quien crece como tantos niños de América Latina, armado sólo con su ingenio y sus breves recursos para enfrentarse al frío mundo. Sin padres amorosos, ni dedicados, pues ni siquiera sabe quien es su padre, mientras su madre es una mujer que no puede ni cuidar de si misma, presa de su adicción. Entre el arrabal, la miseria y la burocracia, Chala tiene una aliada, su maestra de cuarto grado: Carmela, una mujer de temple que está convencida de que a pesar de su conducta rebelde y cuestionable, Chala es sólo un muchacho, y como tal debe ser tratado.

Ambos se enfrentan al sistema, ese enemigo invisible de todas las vidas. A sus reglas absurdas que no conocen de flexibilidad ni de dobleces. La postura oficial para meter en cintura a Chala es el aislamiento, enviándolo a la escuela de conducta, institución especializada en “niños como él.” 

De fondo una Cuba, que sólo puede ser terrible por ser hermosa y viceversa. Atrapada en el tiempo, y en sus propias problemáticas que sólo pueden ser accesibles a sus habitantes.

El director, encargado también del guión, sitúa en su justo lugar la crítica social en el tratamiento, sin los extremos del melodrama o la crudeza, alcanza un equilibrado punto medio para pintar un panorama que no dejará indiferente a ninguno.

Grandes actuaciones de todo el reparto, cosa nada fácil de lograr cuando se trabaja con niños. El pequeño Armando Valdés Freire nos presenta un Chala que está a la altura de cualquier pícaro de la literatura, su carisma es increíble, así como su precoz sagacidad. Inolvidable también la Carmela de Alina Rodríguez, su vocación a lo largo de toda la película, demuestra la diferencia que un rol así puede hacer en la vida de un niño. Hay por supuesto otros personajes, ninguno sobra, la película nos revela sus peculiares historias, sus conflictos y el entretejido social que los determina.

La cinta recurre al simbolismo, pero no lo agota. El pájaro, el espíritu libre por excelencia es un motivo recurrente, habitante del aire, sin ataduras terrenales, parece ser una representación de Chala: orgulloso y rebelde, no acepta órdenes, acatamientos y mucho menos lástimas. 

Cine cubano de buena manufactura y entrega, la historia no deja jamás de entretener y con buen tino conforme avanza mejora. Accesible y entrañable como sus personajes, Conducta no decepcionará a quien decida darle una oportunidad.

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